Libre y sin prisas

Cristina Hernanz

  • Estudio
  • Cristina Hernanz
  • Cliente
  • Tinedo
  • Año
  • 2016
  • Técnicas
  • Cuatricromía
  • Tintas directas

En el trabajo de Cristina Hernanz, nociones como cultura, libertad y coherencia son tan importantes como explorar, escuchar y repensar. Su aproximación al diseño y al packaging es valiente, sistemática y comprometida. Siempre muy cerca de la literatura y la palabra, cita un texto de Richard Sennett para ilustrar algo que es central en su trabajo: la búsqueda del carácter de cada proyecto.

“Los viejos hablantes de inglés, y sin duda alguna los escritores de la antigüedad, tenían perfectamente claro el significado del término carácter, a saber: el valor ético que atribuimos a nuestros deseos y a nuestras relaciones con los demás. Horacio, por ejemplo, escribe que el carácter de un hombre depende de sus relaciones con el mundo. En este sentido, carácter es una palabra que abarca más cosas que la más moderna personalidad, un término referido a deseos y sentimientos que pueden existir dentro de nosotros sin que nadie más lo sepa.”

Estas palabras resuenan con fuerza en el programa gráfico de las etiquetas de Tinedo. Es un proyecto muy personal –en línea con la propia identidad de esta bodega de La Mancha– que resulta en una imagen singular, repleta de significado y emoción.

Con Tinedo emprendes un camino poco explorado en el packaging de vinos, a caballo entre el arte contemporáneo, el collage fotográfico y la intervención gráfica experimental. ¿Cómo describirías estas etiquetas? Las palabras clave son libertad y coherencia. Buscamos que todos los elementos aporten significado, más críptico o más explícito, y que juntos configuren un sintagma. Queremos transmitir que el vino es la tierra y la gente que la trabaja, pero también quien lo bebe, pues es parte imprescindible del proceso.
Por supuesto hay una parte comercial, el vino hay que venderlo y es complicado llamar la atención en un lineal o en una feria. Actualmente hay un desborde de ilustraciones, algunas bellísimas, otras que nos parecen menos adecuadas, algunas gritan. Con Tinedo queremos llamar la atención sin gritar, apelando a la inteligencia, a una sorpresa tranquila, y que dé qué pensar. En su momento nos planteamos algo puramente tipográfico, pero nos salió este camino de ilustración gráfica, con elementos potentes, menos orgánica.

Zoom in Libre y sin prisas
Un camino creativo que quiere apelar a la inteligencia
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Un camino creativo que quiere apelar a la inteligencia
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Un camino creativo que quiere apelar a la inteligencia
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Un camino creativo que quiere apelar a la inteligencia

Se adivina una gran relevancia en los breves textos que aparecen en las etiquetas. ¿Cuál es su historia? Son pequeños fragmentos de Blackout, el poema collage de Nanni Balestrini. La frase “Y si estuvieras tú, también” traslada la sensación de compartir, pero también de libertad en ese compartir.
Luego, en todo el trabajo con Tinedo hay siempre una parte textual no explícita: “Otra Mancha es posible”. La referencia al Quijote es constante: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”. Toda la obra de Cervantes es un canto a la libertad. Por otra parte, me han comentado, con razón, que el resultado refleja un contexto muy heteronormativo. Creo que es porque mostramos un mundo muy personal, con materiales de gran carga afectiva, protagonizado por Manuel y Yolanda, los dueños de Tinedo, fotografiados por el propio Manuel. Y, sí, son una pareja hetero.

A nivel de proyecto y encargo, ¿cómo se desarrolló el trabajo? Las claves son claras: honestidad, comunicación cultural, respeto. Solo teníamos un condicionante: uno de los vinos, que era un rediseño, tenía que llamarse Básico. Comenzamos por el nombre: Max. Es un homenaje al padre de Manuel, Máximo, y como nombre funciona en todos los idiomas, grafica bien y es un personaje. Tinedo siempre tiene personajes, y los anteriores eran femeninos.
El proceso siempre es el mismo. Hacemos mil bocetos, en distintas líneas, todas relacionadas conceptualmente. Compartimos ideas y, por fin, quedamos para elegir la línea sobre la que trabajamos. Colocamos todas las etiquetas sobre las botellas y decidimos por dónde vamos a ir. A partir de ahí comienza el diseño final, sin prisas. Si surge algo mejor por el camino, no hay problema en volver a comenzar.

Un cliente que permite e incluso estimula este tipo de proyecto, ¿cómo es? Manuel es creativo, generoso y valiente. También tiene los pies en la tierra y es humilde. Es un gran fotógrafo aficionado, lo que nos permite trabajar con material propio. Desde el primer momento decidimos crear un mundo personal que pudiéramos ir variando. Creo que no solo hay que diseñar para los consumidores, sino también para los clientes, tienen que sentirse felices con su imagen, sentir que les refleja. Al principio todo el mundo le decía que estaba loco, que esa gráfica le iba a arruinar. Pero Manuel no solo confía en mí, sino que muchas veces va más allá y tenemos que pararlo. El esfuerzo constante por no trabajar sobre lo obvio es un placer y tiene una recompensa. Nunca creamos ningún elemento, por mínimo que parezca, sin buscarle otra vuelta, sin intentar que sea único.

 

¿Cuáles son tus referentes gráficos y visuales? Me resulta más fácil empezar hablando de referentes no gráficos: la literatura, la palabra, la música, la pintura. Las sensaciones, las imágenes emocionales. Como el viento entre las hojas y la hierba, una imagen que no sé si es de antes o de después de haber leído El fantasma de Canterville o El arpa de hierba, de Truman Capote, y de haber visto El imperio de las luces, de Magritte.
Como referentes gráficos, de pronto miro sin parar a Werner Jeker, Hort, Les Graphiquants, luego me fascina Experimental Jetset o M/M (Paris) de vuelta. Visito trendlist.org cuando siento que me estoy dejando atravesar por la tendencia, para evitarla, pero también descubro ahí diseñadores interesantes. En cuanto a etiquetas de vino, los dorados no dorados de Tinedo le deben mucho a un vino de Xavier Bas que vi en ProWein. Las primeras que hicimos tienen mucho de una etiqueta de Mash. Me gustan muchísimo Eduardo del Fraile, Joan Josep Bertran y su 8, Bendita Gloria con su diseño específico y muy bien hecho. Las etiquetas de Fernando Gutiérrez para Telmo Rodríguez, la envolvente de Moruba en De Bardos…
Mi maestro ha sido Gabriel Martínez, de LSDspace. Con él y con Sonia Díez definimos todo el trabajo de identidad de Tinedo.

¿Qué es lo que más te llama la atención en una etiqueta? Que sea inteligente, que no grite, que no sea aleatoria ni anecdótica, que no sea “solo bonita”, aunque si es “solo muy bonita” puede ser maravillosa. Me interesa que, si tiene ilustración, no esté separada de la etiqueta. Que la tipografía sea perfecta. Añado algunas más: las de Tomàs Cusiné, 4kilos, López de Haro, Matsu, el ambiente del Nunci de Eumogràfic… Imposible hacer una lista completa.

Volviendo a las etiquetas de Tinedo, ¿cómo se han imprimido? Son muy sencillas en cuanto a efectos. La serie de Básico, Max y Max Origen lleva una quinta tinta directa de tono verdoso. Manuel tenía ganas de probar con dorados y yo era reacia, no me parecía acorde con el carácter de Tinedo. Encontramos esta solución de “dorado no dorado” que nos gustó a los dos. En Vidal & Armadans añadieron una gotita de oro-oro a ese verde y quedó un latón igual al que soñábamos.

¿Qué papel juega la impresión en la construcción del mensaje? Fundamental. Una etiqueta mal impresa –hemos pasado por ello– produce un efecto de descuido, de mala calidad. En el caso de las etiquetas con ilustraciones, se empastan o pueden tener virajes de color muy rarunos, brazos que parecen de robot o caras amarillas o verdes. Una etiqueta bien impresa produce un placer casi subliminal. Al cogerla, se asienta mejor en la mano.